#CortoConElla: la verdadera clave para renovar esta sociedad
¿Cortar con la corrupción? Puede sonar utópico, ideal, moralmente plausible. Sin duda lo es, pero no se queda ahí: es realista, práctico, con resultados medibles en la realidad cotidiana. Cortar con ella afectará a la construcción del estado del bienestar, a la tasa de paro, a la inflación, al mercado bursátil, a la política impositiva, al nivel educativo, a las relaciones internacionales…
La corrupción es un problema tan extendido y profundo, que se ha convertido en estructural: no hay área de la vida que no sea susceptible de ser afectada por ella, y alcanza tanto a las relaciones personales como a las políticas, económicas, etc. Crea lazos de interdependencia que son difíciles de descubrir y liquidar.
Por todas estas razones es necesario tomar iniciativas políticas de prevención, persecución, corrección y restauración de sus efectos. Iniciativas en la línea de la Ley de Transparencia, la adjudicación de contratos públicos, etc., son eficaces; también lo son todas las que fomenten la separación real de poderes (tan viciada en este país) como la exigencia de responsabilidades a las autoridades del entorno judicial, ejecutivo y legislativo. Los propios partidos políticos deben establecer mecanismos creíbles de control interno y no esperar a que los casos salgan a la luz pública.
No debemos ser escépticos; estas medidas están siendo eficaces: un alcalde comentaba no hace mucho: “Ahora te tienes que medir bien para adjudicar una obra, por muy pequeña que sea, porque antes se la dabas al albañil del pueblo, pero ahora tienes que sacarla a concurso, porque te pueden acusar de prevaricación”. Las condenas y las medias legislativas han sido realmente útiles por lo menos para tener un cierto efecto coercitivo y preventivo.
Pero todo esto se cae por tierra si no se induce una transformación en la ética colectiva compartida: sin ese cambio, aparecerán enseguida vías que puenteen la normativa (antes se dividía el presupuesto en pedazos para poder hacer adjudicaciones directas; ahora se inventarán otros trucos). Y esa transformación en la ética colectiva tiene que tener unos valores de referencia, en este caso el compromiso con la verdad y la coherencia hasta el final con los principios propios.
Esos valores no se imponen por ley ni se regulan por normativas: se asumen o no se asumen, se cree en ellos o no se cree. Y no son las estructuras sociales, políticas, económicas o jurídicas las que creen: quienes creen son las personas, tú y yo.
Y aquí entra la relevancia de la campaña “Corto con ella”. Un grupo de jóvenes se atreve a decir a los cuatro vientos que cree en valores y principios, y que cree hasta el final, hasta pagar el precio de la renuncia al medro fácil, al beneficio a cualquier coste; cree hasta comprometer su propia imagen con lo que dicen. Este movimiento tiene más eficacia que cincuenta leyes, porque ellos no se conforman con protestar, con quejarse: se rebelan, pero lo hacen radicalmente, no desde la especulación quejumbrosa, sino desde el compromiso público.
El movimiento “Corto con ella” es eficaz porque estos jóvenes no se quedan en decirnos a los demás lo que tenemos que hacer, no esperan a que los demás cumplan, sino se adelantan a dar el paso ellos mismos, convencidos de que la más profunda y amplia transformación de la sociedad, la más eficaz lucha contra la corrupción empieza en el individuo. Por eso su acción es útil, porque es ejemplarizante, es creíble, es convincente. Y su ejemplo mostrará que es posible vivir y progresar sin la vía falsa de la mentira, la apropiación y el medro a cualquier precio; será un instrumento eficaz en el rearme moral que nuestra sociedad necesita para enfrentar con eficacia a la corrupción.
Una sociedad que quiere renovarse de verdad y romper con viejos hábitos, necesita inevitablemente personas renovadas que rompan con códigos viejos para vivir con valentía según principios renovados y constructivos. La lucha contra la corrupción no empieza ahí fuera: empieza en ti. Los jóvenes de “Corto con ella” lo han entendido a la perfección.